Considerando que se limitó a seis proyecciones en el London National Film Theatre entre 1956 y 1959, el Free Cinema tuvo un impacto extraordinario, coincidiendo con la transición del studio system a un nuevo internacionalismo, y dio lugar al estilo social-realista que sigue siendo hoy un elemento básico del cine británico, es por esto que le dedicamos un espacio en las 100 ideas que cambiaron el Cine.
![Claude Goretta_free cinema640](https://www.editando.cl/wp-content/plugins/jquery-image-lazy-loading/images/grey.gif)
Idea n° 80 | Free Cinema: Valiente realismo social
Los principios del free cinema los desarrollaron Lindsay Anderson, Tony Richardson y Karel Reisz mientras escribían en las revistas Sequence y Sight & Sound. Estaban enraizados en el realismo poético, el neorrealismo y el humanismo lírico de Robert Flaherty, John Ford o Humphrey Jennings, y rechazaban por completo el altruismo paternalista de la tradición documental establecida por John Grierson y el conveniente buen gusto con que los productores esperaban poder embelesar a las audiencias transatlánticas.
![Percy, el adolescente del estudio de Karel Reisz sobre un club juvenil del sur de Londres en "We are the lambeth boys" 1959.](https://www.editando.cl/wp-content/plugins/jquery-image-lazy-loading/images/grey.gif)
Pero fue sobre todo el deseo de producir películas personales que desdeñaran la presión comercial y propagandista e hicieran justicia a la clase trabajadora lo que aunó los cortometrajes de bajo presupuesto que se proyectaron en el NFT, como Momma Don’t Allow [1955], Every Day Except Christmas [1957] y We are the Lambeth Boys [1959].
El énfasis en la gente corriente y el día a día se hacía eco de novelas y obras de teatro británicas contemporáneas de escritores como John Osborne, cuya emblemática Mirando hacia atrás con ira fue dirigida por Richardson tanto en la escena [1956] como en la pantalla [1959]. Era tal la compatibilidad entre el free cinema y la estética del Kitchen sink que se combinaron con un resultado excelente en Saturday Night and Sunday Morning, 1960, de Reisz; A Taste of Honey, 1961, de Richardson; o This Sporting Life en 1963, de Anderson.
![""Salgo a pasármelo bien... ¿El resto es propaganda!": Albert Finney en Saturday Night and Sunday Morning. 1960.](https://www.editando.cl/wp-content/plugins/jquery-image-lazy-loading/images/grey.gif)
Siempre más un movimiento que una tendencia consistente, el free cinema fracasó en su intento de crear las condiciones que habrían permitido la producción y exhibición continuadas de cortometrajes independientes. Pero presagió una nueva ola que repudiaría la teatralidad de las coquetas sagas que transcurrían en las zonas suburbanas burguesas y pondría en circulación a toda una generación de jóvenes airados y mujeres liberadas que abordarían con resolución, cuestiones tabú en ámbito social, político y sexual. Cuestiones que más tarde se harían recurrentes en muchos campos, desde las comedias Carry On hasta las películas de smut y terror softcore. Además, inspiraría a recién llegados como Ken Russell o Ken Loach a refinar el docudrama de la pequeña pantalla y proporcionaría el impulso para que el Experimental Film Fund del British Film Institue estimulara a talentos como Ridley y Tony Scott, Peter Watkins, Sally Potter, Peter Greenaway, Derek Jarman o Terence Davies.
El éxito en los Oscars de Tom Jones [1963], de Richardson, propició una considerable inversión estadounidense en películas británicas que tipificaban el chic de los swinging sixties. Pero la recesión a un Hollywood rejuvenecido al final de la década sumió a la industria británica en una crisis de la que sólo se recobraría a principios de la década de 1980.
Determinados críticos se han quejado de que el realismo social entorpeció el desarrollo temático y estilístico del cine británico institucionalizando la valiente autenticidad que aún practican cineastas como Lynne Ramsay, Shane Meadows o Andrea Arnold. Sin embargo, el free cinema también tuvo una dimensión internacional, y al contar con Roman Polanski, Claude Goretta o Francois Truffaut entre sus adeptos, sus repercusiones internacionales fueron mayores.
Además, la influencia de las máximas como «La perfección no es un fin» o «La actitud es estilo; el estilo es actitud» es también evidente en la Nueva Ola checa y tanto en el Oberhausen Manifiesto de 1962 como en los «votos de castidad» de 1995 que iniciaron Das Neue Kino y Dogma 95.